lunes, 13 de junio de 2016

Perfiles: Sherlock Holmes

En la historia hay personajes recurrentes para el cine y la televisión ya que siempre funcionan sin importar los años que pasen. Uno de ellos es el incansable y locuaz detective Sherlock Holmes que llevan exprimiendo desde 1939.

Para quienes no lo conozcan, que siempre los hay, Sherlock Holmes es un detective privado ficticio. Es importante recalcar lo de ficticio porque con Holmes pasa lo mismo que con el Rey Arturo, hay gente que piensa que existió (En este momento alguien ha exclamado: ¡Qué! ¡¿No fue real?!) Pues no, no lo fue, aunque hubiera estado bien.

El personaje de Holmes se sitúa a finales del siglo XIX y principios de XX en una Londres victoriana. La época victoriana, llamada así por el extenso reinado de la Reina Victoria I, fue una etapa de revolución intelectual, industrial y social. Para entender a Sherlock debemos fijarnos en el aspecto intelectual de la época.

Por aquel entonces, la gente de clase alta o medio alta se reunía en salones para leer cuentos de terror en voz alta a la luz de la chimenea. Los hombre adinerados buscaban fortuna y renombre en las colonias inglesas y volvían a casa con sus historias de aventuras. En 1851 se celebró la primera exposición universal en Crystal Palace donde se quería mostrar el progreso de la civilización y unos años más tardes (1859) Charles Darwin publicó el origen de las especies, un tratado que generó muchos debates en la clase social inglesa. Y por último y, por ello más importante, la aparición del primer asesino en serie de la historia: Jack, el destripador.

Vale, paremos en este punto. ¿Podríamos decir que es una sociedad intelectualmente inquieta? Totalmente, tenemos una sociedad ávida por saber más sobre todo, diría yo que con un apetito voraz.

De acuerdo, retomemos a Jack, el destripador al cual habíamos dejado cuchillo en ristre. Este asesino cometió sus atroces crímenes entre 1888 y 1891 (No entraremos a discutir si todos son suyos o de un imitador, esa es otra historia). El caso convulsionó a la sociedad londinense y atrajo las miradas de la prensa internacional. La aparición de un asesino tan peculiar que además retaba a Scotland Yard (policía local) a que lo atrapara, provocó que quedara en evidencia su capacidad para resolver crímenes y que se vieran obligados a evolucionar hacia los nuevos métodos: La investigación deductiva. Cabe decir que, pese a que coincidieron en el tiempo, los asesinatos de Jack sucedieron un año después de la publicación del primer relato de Sherlock Holmes, "Estudio en escarlata", pero los asesinatos eran algo habitual en Londres y, como he dicho, obligaban al cuerpo de la policía a evolucionar.

Eso es, precisamente, Sherlock Holmes: Inquietud intelectual + Investigación deductiva. Es, por tanto, un compendio de la sociedad londinense de la época, de ahí que tuviera el éxito que tuvo en su momento, pero ¿porque sigue triunfando? Porque Sherlock Holmes es como un mago de la deducción. Nos apasiona ver a un hombre imperfecto usando una mente perfecta para resolver crímenes. Como le dice Irene Adler a Sherlock Holmes: Brain is the new sexy.


Por cierto, Irene Adler es el último detalle de la sociedad londinense que quedaba por comentar. Irene es una dominatrix que tiene un idilio platónico e intelectual con Holmes. Lo que Irene representa es la doble moral de la sociedad de la época, igual que hiciera Robert Louis Stevenson en 1886 con El extraño caso del doctor Jekill y el señor Hyde. Creo que todos nos podemos imaginar lo que supuso en aquella época de doble rasero el que Sherlock tuviera un romance con una dominatrix.

Me gustaría repasar un momento la personalidad de Sherlock Holmes y cómo puede ser que un hombre tan excéntrico cayera bien. Creo que para ilustrarlo tenemos un ejemplo claro: Sheldon Cooper. Este personaje de Big Bang Theory es un supergenio, pero como tal no sabe relacionarse con la gente. De hecho, durante la primera temporada le tienen que enseñar lo que es la ironía porque no sabe identificar su sutileza. Eso, a mi parecer, es lo que le sucede a Holmes, es un personaje tan centrado en la genialidad que no ha vivido la vida como el resto. En lo que a relacionarse con la gente se refiere es como un niño que está aprendiendo. Irritable porque dice verdades como puños y adorable porque no hay maldad en ellas.


Bien, hasta aquí el análisis del personaje literario. Hablemos ahora de las adaptaciones cinematrográficas. Dado que su primera aparición en pantalla fue en 1939 (¡Solo 12 años después de su última publicación!) os podéis imaginar que hay mucho de lo que hablar, pero como soy piadoso con mis lectores hablaré únicamente de las adaptaciones hechas en el siglo XXI (Alguno ha respirado con alivio).

Sherlock Holmes (2009 y 2011)

Robert Downey Jr. interpreta al detective para intentar renovar el personaje y acercarlo a las nuevas generaciones. Este Holmes disfruta de los disfraces, de las drogas, de la prensa local y sensacionalista y domina el boxeo. Hasta aquí un 10 sobre 10, pero para mi gusto falla en la personalidad. Ya se lo preguntó el Capitán América a Iron man: ¿Si te quitan la armadura qué eres? Ya contesto yo: Es Sherlock Holmes. Lo que quiero decir es que es como si le hubieran dado una patada en el culo a Tony Stark y lo hubieran enviado al Londres del siglo XIX. Las mismas mofas, el mismo atropellamiento al hablar compulsivamente y un comportamiento errático y caprichoso que no se corresponde con la seriedad de Holmes.

No mencionaré el abuso desmedido por los combates Slow-Motion, que ensombrece el intelecto del personaje, y tampoco la práctica desaparición del Dr. Watson en el argumento. No lo comentaré.

Elementary (2012 - Actualidad)

Bien, si en el caso anterior cogieron a un neoyorkino y lo enviaron a Londres, en este caso cogen a un inglés y lo envían a Nueva York. Jonny Lee Miller hace lo que puede para recordarnos a un Sherlock Holmes completamente desubicado de época y ciudad. El hecho de que Nueva York no desprenda el mismo regusto victoriano que Londres le hace perder muchos puntos a esta adaptación. Si a esto le añadimos a un Watson mujer y asiático como Lucy Liu o que Moriarty no es un hombre, el mejunje es cualquier cosa menos Holmes. Sí, es original, pero... ¿era necesaria tanta innovación? Haberlo dejado en Londres o haber dejado a un Watson hombre, o incluso dejar a un Moriarty hombre, pero es que no te dejan ninguna de las tres referencias fundamentales, solo que hubiera mantenido una creo que hubiera sido más que suficiente.

Si bien es cierto que a rasgos generales comparte muchos puntos, el fanático del detective se verá amilanado por la "americanización" del personaje. Además, la relación entre Watson y Holmes tiene una química creíble, pero para mi gusto flaquea en su concepto base: Holmes ve a Watson como un medio con el que entender esa parte del mundo que no entiende. En cambio este Holmes ve a Watson necesario para no caer en las drogas.

Sin embargo, para ser justos, es una buena serie de método de resolución criminalista. Sin más.

Sherlock (2010 - Actualidad)

La mejor adaptación para mi gusto. Se ubica en el Londres del siglo XXI y no del XIX, pero lo hace con elegancia, aprovechando la arquitectura victoriana para evocar la época y, sobre todo, poniendo a Sherlock Holmes en su dirección de origen: Baker Street 221B. Si tenemos en cuenta que la Sociedad Sherlock Holmes de Londres asesoró a los creadores, podemos contar que la adaptación es más que estricta.

Cabe destacar la química entre Holmes y Watson como pareja de baile, pero no todo acaba ahí. En esta serie tenemos al mejor Moriarty de la historia, una hipnotizante Irene Adler y unos geniales comparsas como Mary y Mycroft.

De hecho, los capítulos son adaptaciones parciales de los relatos/novelas clásicos con bastante acierto. Tal vez, para poner un "pero", la primera temporada (3 capítulos de 90 minutos cada uno) pueda resultar algo lenta en un principio ya que partimos de la base en que se tienen que hacer las presentaciones y desarrollos pertinentes, pero el último capítulo es tan bueno que te deja con ganas de más.

Mr. Holmes (2015)

Para mi sorpresa, una película altamente interesante para los aficionados a Sherlock Holmes. ¿Alguna vez os habéis preguntado cómo sería Holmes a los 90 años? Pues esta película os lo explica. No esperéis acción, no esperéis grandes crímenes que resolver, tan solo esperad a un personaje que se está consumiendo y que no quiere hacerlo.

Este Holmes está perdiendo la memoria y ya os podéis imaginar lo que puede suponer para él. Además, no tiene a Watson para que le guíe por la vida. Sin embargo, pese a tener lagunas, es capaz de encontrar a su Watson en el hijo de la asistenta que cuida de él.

Es un relato entrañable y, por momentos, duro. Ver a Sherlock siendo plenamente consciente de que se está desvaneciendo toca la fibra sensible del espectador. De ahí que el mensaje publicitario de la película sea: El hombre detrás el mito.


Bonus track: Gil Grissom (2000)

Algunos ya estaréis pensando que he perdido la chaveta. No, tranquilos, hace tiempo que la perdí.

Incluyo a Gil Grissom de CSI Las vegas porque me resultó muy interesante ver como un personaje que en apariencia no tiene nada que ver con Sherlock Holmes acaba coincidiendo tanto. Gil es un genio que en algunos puntos de la serie se cree que tiene Asperger, es decir, autismo (Igual que Holmes). Tiene complicaciones para aceptar la autoridad y para expresar sus sentimientos y/o relacionarse con las personas (Aunque Gil lo lleva ligeramente mejor que Holmes todo hay que decirlo). Y por último, tiene un romance idílico con una dominatrix. ¡No diré más señoría!

No es Sherlock, pero sí es una muestra de lo mucho que ha influido este personaje del siglo XIX en la imaginaria popular.

Bonus track: House (2004)

Es el ejemplo del comportamiento excéntrico y mala baba. House lo tiene todo. Es adicto a las drogas, tiene dificultades para relacionarse con las personas y... ¿Falta la dominatrix? ¿Acaso no es Lisa Cuddy una dominatrix encubierta? En este caso, todo hay que decirlo, House sabe como hacer daño con las palabras (y lo hace), es irreverente y maleducado. No se trata de un genio que no sepa como relacionarse, sino que disfruta relacionándose mal.



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